domingo, enero 14, 2007

 

COMO SACAR EL MÁXIMO PARTIDO AL LAVAVAJILLAS


Mucho se ha dicho de la conveniencia o no de usar el lavavajillas, hasta ahora parecía un electrodoméstico poco ecológico, pero esta idea ha cambiado.
Su utilización eficiente depende de la propia elección del aparato, de la forma de efectuar la carga y de algunas medidas de ahorro y mantenimiento.
Con su trabajo diario, el lavavajillas es capaz de ahorrar agua y energía. Algunas estimaciones apuntan que una familia de cuatro miembros puede ahorrar con el uso de este aparato doméstico 200 horas anuales de las 300 que se precisan para la limpieza de la vajilla.

Pero a la hora de adquirirlo conviene tener en cuenta si su capacidad se ajusta a las necesidades del hogar al que va destinado. Fregar los utensilios de cocina a mano con agua caliente puede resultar un 60 % más caro que hacerlo con el lavaplatos bien cargado.

Se trata de una máquina cuyo uso es más interesante si se utiliza a pleno rendimiento. La lavadora y el lavavajillas son los aparatos domésticos que más energía consumen después del frigorífico y el televisor. Pasados diez años, la factura de consumo de los propios aparatos supera su coste.

Por este motivo, en una casa en la que normalmente haya pocos platos que lavar será mejor instalar un aparato pequeño o un modelo que preste diversos ciclos de lavado y que, sobre todo, incluya un programa en frío y otro ecológico. Poner el lavavajillas en uno de estos programas económicos ahorra hasta el 50%.

Es importante comparar diversas marcas y prestaciones teniendo en cuenta la calificación energética de modelos con características similares. Existen 7 categorías de etiquetado energético, la más eficiente, la A, gasta un 55% menos que cualquier aparato equivalente.

Aspectos prácticos
Para facilitar la tarea de carga y el enjuague de la vajilla que se vaya a introducir en el lavaplatos es recomendable colocar el aparato junto al fregadero. Antes de meter los platos en el lavavajillas hay que poner todos los cacharros bajo el grifo con agua fría para remojarlos y eliminar la mayoría de los restos de comida.

Se debe colocar la vajilla usada cuanto antes en el lavavajillas, pero no hay que ponerlo en marcha hasta que no esté totalmente lleno. No obstante, tampoco conviene cargarlo en demasía ni superponer piezas porque, de ser así, los resultados no podrán ser satisfactorios.

De igual modo, se aconseja conocer a fondo las prestaciones del lavaplatos y seguir las recomendaciones del fabricante respecto a los programas y temperaturas del agua. De esta forma será más fácil elegir el programa apropiado al tipo, cantidad y suciedad de la vajilla, y así poder optar por un ciclo eficiente. Hay que resaltar que el 90% de la energía consumida se emplea en calentar el agua y sólo el 10% restante se utiliza para girar las aspas y agitar el agua.

Los lavavajillas estándar de 60 cm de ancho, para 12 cubiertos suelen gastar alrededor de 18 litros de agua en cada ciclo de lavado. También los hay de 45 cm para cargas inferiores. Los nuevos modelos incorporan más prestaciones, sofisticadas tecnologías cuidadosas con el cristal que a la vez son capaces de garantizar la higiene de cazos y cazuelas.

Algunos aparatos disponen de cestas regulables en altura para colocar mejor los utensilios. Para dotar de más flexibilidad a estos elementos cada día más imprescindibles en la cocina cada vez es más factible dejar las cestas total o parcialmente lisas para dar cabida, a sartenes, paelleras, bandejas...

Pero para conseguir un lavado correcto, es importante limpiar periódicamente el filtro para que no se produzcan obstrucciones. También las paredes del interior del lavavajillas se han de limpiar, particularmente alrededor de las gomas y juntas de la puerta donde pueden acumularse residuos.

Es aconsejable dejar la puerta levemente abierta si se va a permanecer un largo lapso de tiempo fuera del hogar, de esta manera se evitará la acumulación de malos olores.

Tres productos
Hay que considerar también que para obtener unos resultados óptimos, además de la máquina y un correcto uso, son imprescindibles tres productos: el detergente, que desincrusta la suciedad; el abrillantador, que convierte las gotas de agua en pequeñas partículas que facilitan su propia evaporación para permitir el secado; y la sal, que ablanda el agua y deshace las moléculas de cal que con su presencia dejarían la vajilla opaca y sin brillo.

Desde hace unos años se encuentran en el mercado detergentes que combinan estos tres elementos químicos. Su uso es muy cómodo y facilitan el mantenimiento del lavavajillas. Las máquinas actuales también son capaces de detectar si se están utilizando estos productos combinados “3 en 1”. Algunos incluso modifican sus variables de lavado y de secado para lograr mejores resultados.

En los lugares donde el agua es dura o muy dura está indicado el uso de productos antical, que ayudarán a alargar la vida útil en concreto de la resistencia eléctrica y del aparato en general.

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