martes, diciembre 08, 2015

 

El debate decisivo del 7 de diciembre de 2015

No he visto el “debate decisivo” de los candidatos de los cuatro partidos que tienen mayor intención de voto, según el CIS, de cara a las próximas elecciones generales. He preferido dedicar ese tiempo a otras cosas que considero más provechosas y creo que me ha servido. En concreto me he encontrado con la definición de democracia que da el polítologo Adam Przeworski: “la democracia es un sistema político en el que los partidos pierden elecciones”, y me ha parecido muy acertada para los tiempos que corren, y cuando he terminado de asimilarla me pregunto: Dónde ha quedado la definición griega de democracia (δημοκρατία) acuñada en Atenas en el siglo V a.C. a partir de los vocablos δῆμος (dḗmos, que puede traducirse como «pueblo») y κράτος (krátos, que puede traducirse como «poder», o «gobierno»). Dos aclaraciones previas. La primera es que aunque la definición que da Przeworski es mínima tiene muchas implicaciones: elección de representantes periódicamente, amplio grado de libertades civiles y políticas, libertad de palabra, de prensa, de reunión, de asociación. Si comparamos esto con muchos de los regímenes políticos del pasado y del presente podemos considerar que esta democracia no está mal. La segunda aclaración es que aunque no haya visto el “debate decisivo” me parece un paso adelante en la libertad y en la pluralidad. Una vez dicho esto entro en mi reflexión durante el debate. Una “democracia” que solo pide opinión a sus ciudadanos cada cuatro años se me queda pequeña. Los políticos llevan tantos años en política, o estudiándola o enseñándola que se creen muy por encima de la media de la población, son expertos. Como expertos se creen con la incuestionable capacidad moral de tomar decisiones al margen de los ciudadanos aunque sean los ciudadanos los que experimentan las consecuencias de sus decisiones. ¿Cómo responden los ciudadanos? Con lo que definen los medios de comunicación como “desafección política” y que no es otra cosa que el distanciamiento entre la ciudadanía y sus “representantes”. Escuchamos una y otra vez en las noticias: “la comisión de expertos...”, “la reunión de expertos...”, “el panel de expertos...”, dónde está la gente corriente, es que la gente corriente no tiene opinión. La gente corriente, la que tiene que cobrar la pensión a final de mes, aunque digan los expertos que se acaban las pensiones; la gente corriente que tiene que llevar a sus hijos al colegio se llame LOMCE o se llame LOGSE; la gente corriente que tiene que pagar el IVA sea normal, reducido o superreducido. Esa gente corriente está pidiendo que se la tome en consideración y es responsabilidad de los representantes, libremente elegidos, promover la informacion de los ciudadanos y la participación de estos en los asuntos de interés ya que será gracias a esa participación que la administración podrá elaborar mejores políticas públicas y los ciudadanos, al sentirse implicados en la toma de decisiones cambiarán desafección por afección. Como deseo final, no quiero que gane las elecciones un partido con mayoría absoluta. En estos años de democracia hemos vivido demasiadas mayorías absolutas. Una democracia debiera significar diálogo, hay puntos de encuentro, hay que hablar más de lo que estamos de acuerdo y seguir por ese camino y cuantos más puedan entrar en la discusión más enriquecedor será. No quiero oir en los debates del congreso más argumentos del tipo “... y tu más”, quiero oir argumentos del tipo:“ por esto....por esto... y por esto” y respuestas del tipo: “por esto otro...por esto otro... y por esto otro”. Hablar, dialogar, enriquecerse con lo que el otro opina, pluralidad, democracia.

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