lunes, enero 23, 2023

 

La esperanza es lo último que se pierde.

 Dice Aurelio Arteta en su libro "Y solo será el silencio": "mucho me temo que estoy al principio del fin más que al fin del principio". Cuando ya empiezo a abandonar la madurez y observo en lontananza la vejez no me queda más que acercarme a los grandes pensadores para encontrar ideas que den respuesta a las dudas y preguntas que me aparecen en el camino. Vuelvo mi mirada a los clásicos y allí está Cicerón, hablándome, en su libro "Cato maior de senectute liber", que podríamos traducir como "Libro sobre la vejez de Catón el viejo". Cicerón pone en boca del anciano Catón estás palabras: "Con el mismo ahínco que se lucha contra la enfermedad, se debe luchar contra la vejez. Se ha de cuidar la salud, se debe hacer ejercicio moderadamente, se debe tomar alimentos y beber cuanto se necesite para tomar fuerzas, pero no tanto como para quedar fatigados. Pues una cosa y otra han de ser remedio para el cuerpo, pero mucho más para la mente y el espíritu". En cualquier momento de la vida, la mente y el espíritu deben estar convencidos, o esperanzados, de que el día de mañana me espera, de que el día de mañana tengo algo que hacer, de que el día de mañana tiene una utilidad. Llegado a este punto coincido con uno de los aflorismos de Carlos Castilla del Pino: "La vejez empieza cuando no hay proyecto". Cuando se acaba el proyecto, cuando se acaba la esperanza, es cuando estamos muertos. La esperanza debe ser lo último que se pierde y debe acompañarnos hasta el último aliento. Me gustaría ser, como dice Aurelio Arteta, de esos viejos que no se mueren porque esperan morir después de todo lo demás.

Lee, piensa, actúa y cambia el mundo.


jueves, enero 19, 2023

 

EL GENIO DE LA LAMPARA

...Me dijo que cuando se frota la lámpara no siempre sale el genio bueno.
De ante mano nadie puede saberlo y cuando está fuera ya es demasiado tarde.
Luego me contó la historia de un hombre que se encontró con una lámpara maravillosa, no es un cuento, ni un mito, es una historia con nombre y apellido y que se puede leer en los libros, aunque no se haga referencia al genio, ni a la lámpara.
Thomas Midgley era un ingeniero de Ohio, no es casualidad. Deteneos en la palabra ingeniero. Proviene de "in" que significa "dentro" en inglés, y de "genio". Haciendo un juego de palabras, Thomas era un ingeniero porque tenía un genio dentro, dentro de una lámpara. En 1921 Thomas trabajaba en la General Motors Research Corporation en Dayton (Ohio) y descubrió que el plomo tetraetílico reducía el fenómeno de trepidación conocido como golpeteo del motor, un gran problema para los vehículos de la época. Sólo había que incorporar el plomo tetraetílico al combustible de los motores. Se conocía que el plomo era neurotóxico, daña el sistema nervioso central de forma irreversible, no os voy a contar los síntomas. Un descubrimiento tan brillante para la época solo podía ser obra de un genio, quizás de un genio de la lámpara que tenía Thomas. En 1923 General Motors, Du Pont y Standard Oil crearon una empresa conjunta, Ethyl Gasoline Corporation, con el fin de producir tanto plomo tetraetílico, que ellos llamaron etilo, como el mundo estuviese dispuesto a comprar, y el mundo estuvo dispuesto a comprar muchísimo. Se silenciaron las noticias sobre el envenenamiento de los trabajadores de producción, incluso Thomas estuvo enfermo por exposición a él. Pensad por un momento en cuál sería el primer deseo que le pediriais a un genio de la lámpara. ¿Cuál sería su primer deseo?
Si conoceis la historia del genio de la lámpara sabreis que concede más de un deseo. Thomas pidió su segundo deseo. En aquella época existía otro problema que un ingeniero cualificado podía resolver. Los refrigeradores eran muy peligrosos porque utilizaban gases tóxicos que se filtraban al exterior, de hecho en 1929 una filtración de un refrigerador en un hospital en Cleveland (Ohio) provocó la muerte de más de cien personas. Thomas se propuso crear un gas que fuese estable, no inflamable, no corrosivo y que se pudiese respirar sin problema, puestos a pedir, si lo que tienes es un genio de la lámpara, no tienes que limitarte con inventos sencillos, e inventó los clorofluorocarbonos (CFC). A los CFC se les encontraron mil aplicaciones antes de que se comprobase, medio siglo después, que estaban destruyendo el ozono de la estratosfera. ¿Cuál sería su segundo deseo?
Todavía pudo pedir su tercer deseo. Seguro que lo tenía reservado para algo muy especial, el último deseo no se puede gastar en una vanalidad. Desgraciadamente había quedado paralítico por la polio. Inventó un artilugio que incluía una serie de poleas motorizadas que le levantaban y le giraban de forma automática en la cama. En 1944 se quedó enredado en los cordones cuando la máquina se puso en marcha y murió estrangulado.
Moraleja: mejor no frotar la lámpara, si eres de Ohio menos.

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