lunes, enero 23, 2023

 

La esperanza es lo último que se pierde.

 Dice Aurelio Arteta en su libro "Y solo será el silencio": "mucho me temo que estoy al principio del fin más que al fin del principio". Cuando ya empiezo a abandonar la madurez y observo en lontananza la vejez no me queda más que acercarme a los grandes pensadores para encontrar ideas que den respuesta a las dudas y preguntas que me aparecen en el camino. Vuelvo mi mirada a los clásicos y allí está Cicerón, hablándome, en su libro "Cato maior de senectute liber", que podríamos traducir como "Libro sobre la vejez de Catón el viejo". Cicerón pone en boca del anciano Catón estás palabras: "Con el mismo ahínco que se lucha contra la enfermedad, se debe luchar contra la vejez. Se ha de cuidar la salud, se debe hacer ejercicio moderadamente, se debe tomar alimentos y beber cuanto se necesite para tomar fuerzas, pero no tanto como para quedar fatigados. Pues una cosa y otra han de ser remedio para el cuerpo, pero mucho más para la mente y el espíritu". En cualquier momento de la vida, la mente y el espíritu deben estar convencidos, o esperanzados, de que el día de mañana me espera, de que el día de mañana tengo algo que hacer, de que el día de mañana tiene una utilidad. Llegado a este punto coincido con uno de los aflorismos de Carlos Castilla del Pino: "La vejez empieza cuando no hay proyecto". Cuando se acaba el proyecto, cuando se acaba la esperanza, es cuando estamos muertos. La esperanza debe ser lo último que se pierde y debe acompañarnos hasta el último aliento. Me gustaría ser, como dice Aurelio Arteta, de esos viejos que no se mueren porque esperan morir después de todo lo demás.

Lee, piensa, actúa y cambia el mundo.


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