jueves, noviembre 01, 2007

 

EL CAMBIO CLIMATICO

Pocos temas relacionados con la ciencia han suscitado tanto interés mediático como el Cambio Climático. Existe un vivo debate sobre esta cuestión que afecta a la mayoría de la comunidad científica.
Se dice que ya no hay estaciones: ¿Es verdad? Científicos del Instituto de la Tierra de la célebre Universidad de Columbia de Nueva York publicaron un artículo a finales del siglo XX alarmando sobre la evolución de nuestro clima. Los científicos llegaron a la conclusión, a partir de las mediciones de los satélites y de datos adquiridos por boyas oceánicas, gracias a diferentes modelos matemáticos, de que nuestro planeta absorbe más energía de la que devuelve al espacio. Así pues, la Tierra está desequilibrada, térmicamente hablando. Este desequilibrio ha sido medido precisamente en los océanos durante las últimas décadas. Pero empiezan a escucharse voces sensatas y ajenas por completo al discurso alarmista patrocinado por Al Gore y por agencias políticas como IPCC (ONU), en una perversa mezcla de intereses comerciales y políticos. Por ejemplo el geólogo Carlo Alberto Ricci, presidente del European Polar Board, ha explicado en una conferencia en el CosmoCaixa (Madrid) que en absoluto se van a descongelar los polos en 50 años, y nos recuerda lo que debería ser una obviedad: que el clima está en cambio constante, pasando por periodos de calentamiento y de enfriamiento por causas naturales. Respecto al actual periodo de calentamiento advirtió que "no se sabe si es una tendencia o es sólo un fenómeno momentáneo" (el supuesto "enfriamiento global" que, según los documentales de la BBC de los años setenta nos devolvería a la Edad de Hielo, duró cuatro décadas). Por su parte el meteórologo neozelandés Augie Auer opina que lo del cambio climático será considerado una broma dentro de cinco años y que es el momento de comenzar a desmontar sus mitos. Auer piensa que la actual histeria climática es una combinación de interpretaciones erróneas, mala ciencia, bombo mediático y agendas políticas. El debate está más abierto que nunca, y no "cerrado", como afirmaron dogmáticamente algunos medios hace unos meses.
Quizás la causa de tanta controversia esté en que hoy en día hace falta seguir respondiendo a ese ímpetu tan humano de buscar banderas por las que luchar. Una de esas nuevas banderas de lo políticamente correcto es la del cambio climático, igual que la de los gays o la del 0,7%. El cambio climático ocupa el lugar preferencial en la defensa de un mundo más sano del que intentan aprovecharse siempre los mismos. Se hacen los dueños y señores de unas afirmaciones e intentan convertir sus supuestos en dogmas con los que es imposible no comulgar.
El discurso del cambio climático como imposición se convierte en una patraña, no porque no se esté calentando la Tierra, sino por el totalitarismo mostrado en las afirmaciones que suelen acompañarlos.
Si pretendemos hacer algo de verdad para luchar contra el cambio climático se debe ver en terminos cuantificables, se debe tocar el bolsillo de los dueños y señores, entonces el cambio climático representa un reto único para la economía, pudiendo afirmarse que es el mayor y más generalizado fracaso del mercado jamás visto en el mundo. El análisis económico deberá ser global, abordar las consecuencias a largo plazo, estudiar a fondo la economía de los riesgos e incertidumbres y examinar la posibilidad de cambios importantes y no marginales.
El Informe Stern sobre el impacto del cambio climático y el calentamiento global sobre la economía mundial redactado por el economista Sir Nicholas Stern por encargo del gobierno del Reino Unido fue publicado el 30 de octubre del 2006, con 700 páginas de extensión, el informe supone un hito histórico al ser el primer informe encargado por un gobierno, el del Reino Unido, a un economista en lugar de a un climatólogo. Sus principales conclusiones afirman que se necesita una inversión equivalente al 1% del PIB mundial para mitigar los efectos del cambio climático y que de no hacerse dicha inversión el mundo se expondría a una recesión que podría alcanzar el 20% del PIB global. El informe también sugiere la imposición de ecotasas para minimizar los desequilibrios socioeconómicos. El Informe propone reducir las emisiones mediante una mejora de la eficiencia en el uso de la energía, la introducción de cambios en la demanda de productos, generando una mayor conciencia de la necesidad de consumir productos de baja emisión de carbono y la adopción de tecnologías más limpias en los sectores de la energía, calefacción y transporte. Asimismo, hace especial hincapié en la necesidad de estrategias políticas firmes que motiven estas medidas y destaca la importancia de generar una respuesta internacional basada en una visión compartida respecto a los objetivos y el marco en el que actuar.

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